domingo, 7 de noviembre de 2010

Obvio

Triste destino aquel de lo pasado.

Amargo final para lo querido.

Es vano como la ilusión
de hacer perdurar en recuerdos
al espectro fugaz y desalmado
de lo que fuera una vez cierto.

Ojalá que lo que es bello
pudiera serlo sin dueño,
y en su final no quedar señado
en la media muerte de los deudos.

Por aquel tiempo
que era libre,
que era hermoso,
que era siempre.

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