jueves, 18 de noviembre de 2010

Cambios

Me quedé sin consuelo
para la crueldad del invierno.

Me quedé sin remedio
para la ilusión del verano.

Es que de tanto buscar
la nueva primavera,
y de menguar cazando
a las tardes de otoño,
extravié asta y bandera.

Me quedé con la rebeldía
de la juventud ingenua.

Me quedé con la desazón
de la vejez llena.

Será que cometí
el error grosero,
la arrogancia fácil
de creer justo desafiar
al mundo entero.

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