martes, 16 de noviembre de 2010

Musa.

¡Ay, triste musa mía!
Como quisiera verte
de virtud enaltecida.

Como quisiera verte desterrada
a un mundo sin falsedades
ni verdades ajadas.

Ojalá que tu música encontrara
un bardo inspirado,
una lira templada.

Déjame sólo a mi suerte,
oyendo los ecos de los poetas
que osaron desafiar a la muerte.

No te detengas,
no me extrañes,
no me sientas...

Que siempre habré de buscarte
¡Ay, triste musa mía!,
en los ocasos y levantes.

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