martes, 16 de febrero de 2010

Nada

Ya ni llegan las palabras,
solo los tenues ecos
por siempre incansables
de los sueños que tuvimos.

¿No recuerdan qué era
lo que estábamos buscándo,
si acaso era importante,
si lo habíamos perdido?

Tal vez despertemos
un día y le encontremos,
o tal vez se aquiete un día
de recuerdos henchido.

Déjalo ir, ya volverá,
si ése es su destino;
quién sabe que nos aguarda
después de este desatino.

¿Acertijo?

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