Sentado en el suelo,
los pasos perdidos,
los ojos cerrados,
el aire rendido.
Pregunté a unas aves
por el eterno verano;
me cantaron su canción
y se fueron volando.
Oí al agua corriendo cerca;
por la fuente verdadera
osé preguntarle,
sin que me respondiera.
"¿Cuanto más hay?",
pregunté en voz alta...
Y el viento respondió:
"Cuanto haga falta".
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