Los muertos se envían cartas
en las que no dicen nada.
Nadie puede leer lo que escriben,
sus letras quedaron abandonadas.
Yacen a la sombra del vacío,
en tumbas de paredes invisibles,
ignorantes de los días que pasan,
a toda luz insensibles.
Ojalá no fueran tantos
y no reinaran este mundo
como siervos de los dueños
de intereses vagabundos.
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