Bailan acacias blancas
al caer de los árboles.
Saltaron sin miedo
y ahora flotan en el aire.
Los jazmines las esperan
con los rostros blancos
vueltos hacia el cielo,
y suspiros vanos.
Pero las acacias
no terminan de caer.
Y los árboles,
¡Los árboles!
nunca se terminan
de entristecer.
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