Aquel agua fluye
sin forma ni queja,
cuidando un reflejo
que al cielo espeja.
A las piedras y orillas
que quietas encauzan,
la turbulencia y corriente
esquivan, pasan y olvidan..
El río en su lecho
se sabe prisionero
de las grietas de la tierra
y de su propio peso.
Una turbia laguna
lo espera adelante.
¡Que triste que es verlo
convertirse en estanque!
Se forman profundidades
adonde la luz no llega
con lo que corrió libre
de espumas y estelas.
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