En triste llanto,
en larga espera,
en dulce olvido,
o escondida acera,
siempre me acompaña
como mágico amuleto
el día en tu sonrisa
y en tu ritmo inquieto.
Ni ante altas damas
ni señores de hierro,
entre joyas refulgentes
o solares de cielo,
puede amilanarse
la simple ternura
que casi como rocío
se cae de tu desmesura.
Todos mis perdidos,
todas mis creaciones,
las veces que te ví,
en ocasión o ilusiones,
se terminan en el calor
que curva mis hombros
cuando recuerdo lo que tiene
tu abrazo de hondo.
De entre todas mis carencias
vos sos la más bonita:
conjurás mis soledades
cuando vienen de visita.
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