jueves, 2 de septiembre de 2010

Ciernes

Cuando la tormenta se arroja
sin compasión sobre la tierra,
y todo lo cubre en su abrazo,
y todo lo arrecia,

Y los truenos golpean
como artillería de guerra
castigando al mar agitado
por sus olas y mareas,

Es que yo realmente despierto
del sopor de mis mil vidas,
y salgo solo hacia el risco
a acompañar al mundo en su agonía,

A escuchar el llanto de la noche,
a escrutar la neblina de los años
por donde navegan invisibles
los restos de incontables naufragios.

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