Tenue como un rocío
que al amanecer asoma
con timidez de niño
y altivez de alondra,
te paseas por el día
con el paso soberano
de quien se sabe dueña
de solitario escarnio.
¡Comparte tu reino conmigo
señora de los vencidos,
y te haré con mis lágrimas
Reina de lo olvidado!
Tu voz se llena
con el consuelo
de todo lo que es
libre y sincero,
y nos levanta
del frío suelo
adonde nos amontonó
la guía del viento.
¡Ríete conmigo del ayer
y del futuro malhadado,
que soy el Rey de la tristeza
y tú eres Reina de lo olvidado!
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