Miles de almas vencidas
se van a dormir
y nunca más despiertan.
El viento besa sus frentes
y borra las huellas
que ellas
pudieran haber dejado.
Las canciones de ayer
fallaron en conjurar
a los soñadores
con sus notas inquietas.
El día en que vivían
se quedó en silencio,
solo, aletargado.
Y ya nadie más despierta
cuando la lluvia
inunda la tierra.
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