domingo, 5 de febrero de 2012

Un amor.

Bajo la fronda de un árbol,
entre sombras que se caen de las ramas,
un amor se muere,
despacio.

La tarde llega a su fin,
y arde su rojo final
en el estertor prisionero
del ocaso.

Bajo la fronda del árbol,
errante en el tiempo,
ingenuo y siempre joven,
un amor se muere,
despacio.

Las estrellas comienzan
a caer del cielo
como lágrimas,
despacio.

Aquel amor no quiere morir.
Aquel amor se quiere eterno.
¿Sobrevivirá la noche?
¿O el amanecer lo encontrará
muerto?

Un corazón se apaga,
despacio,
y otro canta,
despacio.

Bajo la fronda de un árbol,
un amor que siempre muere,
se abraza a los cielos
y vivo o muerto,
quiere,
despacio.

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