miércoles, 7 de diciembre de 2011

Una historia corta.

El paso de los años
se sabe inevitable
como la distancia del olvido
se siente insalvable.

Las palabras se marchitan
como las margaritas en invierno
y las paredes se agrietan ante
los aguaceros y los vientos.

El aire se cansa de llevar
todas nuestras canciones
y cada vez es menos lejos
que se oyen nuestras voces.

No existe remedio
para el pesar oscuro
del saberse libre
de los caprichos del futuro.

Nada hay tan incansable
como el corazón que vuelve
siempre al mismo consuelo
y a todo lo inconsolable.

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