domingo, 22 de agosto de 2010

O, el por qué la soledad no me alcanza.

Mis días se van,
se siguen llendo,
como arena en un desierto,
llevada por el viento.

Las palabras se me van,
llevándose algunos recuerdos,
siempre fieles compañeras,
buscando en mi lugar
a los cuatro vientos.

Mis sueños se van,
soñando llevarme con ellos,
que fui hecho para soñar
y volar entre sus vientos.

Solo me voy,
que estoy lleno
y no cabe en mí más nada
que el sueño
que de tí está hecho.

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